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Beber y comer ya no son amigos

En plena operación bikini aparece: la drunkorexia. El último trastorno alimenticio, con mayor fuerza en jóvenes, sobre todo en mujeres.

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Sumamos la operación bikini más los atracones de alcohol de los jóvenes para socializar y divertirse más la preocupación por no engordar aparece esta nueva amenaza para la joven: la drunkorexia. Dentro de estos jóvenes son las mujeres las más afectadas por este trastorno. Estas mujeres rechazan un plato de comida y deciden cubrir las calorías que se deben ingerir en forma de una cerveza o una copa. Esta enfermedad alimenticia es una mezcla de la anorexia y el alcoholismo, la persona rechaza todo alimento y lo sustituye por bebidas alcohólicas. El término para denominarla “drunkorexia” viene del término inglés “drunk” (estar bebido) y por el sufijo “orexia” (apetito).


El instituto de Obesidad de España da la señal de alerta sobre los riesgos que conlleva esta nueva moda de remplazar las calorías de la comida por las que aportan las bebidas. Adelardo Caballero, doctor y director del instituto mencionado, informa sobre los graves daños en el hígado, y sobre el mayor riesgo en mujeres por ser más propensas a sufrir problemas de cardiopatía. Este instituto señala que la decisión de no ingerir alimentos “con el objetivo de poder beber alcohol sin aumentar de peso”.



Pero, ¿por qué los jóvenes prefieren tomarse una copa que un plato de garbanzos? Volvemos a las calorías y es que un vaso de vino tiene unas 80 calorías, un combinado supera las 200 calorías y una lata de cerveza 110 calorías. En una dieta, muchos de estos jóvenes no conciben quedarse sin una cerveza o un combinado de alcohol y prefieren renunciar a la hamburguesa o una paella.



“Los adolescentes procuran comer lo menos posible para que a la hora de salir los efectos del alcohol sean más rápidos y más intensos” indica el doctor Caballero. La nutricionista Marta Ruiz ha analizado el efecto negativo directo que se produce al beber con el estómago vacío: “Se sabe que de esta manera los niveles de alcohol en sangre se incrementan rápidamente y esto provoca un trabajo excesivo perjudicial para el hígado”, -ha pormenorizado- “Si a esto le sumamos un sistema inmunitario deficiente derivado de la malnutrición provocada por los periodos de ayunos prolongados y/o personas con el esófago y estómago dañados a consecuencia de la anorexia o bulimia, los efectos en el organismo pueden llegar a ser demoledores”, ha remarcado. Nos recuerda Ruiz que este trastorno suele estar ligado con más frecuencia a personas que padecen o han padecido alimenticios, como pueden ser la anorexia o bulimia nerviosa.

Caballero ha añadido que el hígado femenino sufre más con la ingesta de alcohol. La mujer aunque consuma menos cantidad y durante un tiempo más corto que el hombre, bebiendo la misma cantidad que un varón, la sangre de una mujer absorbe entre un 30-50% el alcohol en sangre. Tenemos que sumarle también que el corazón es más débil, más vulnerable. Las mujeres con un 60% menos de alcohol, respecto a los hombre, puede sufrir una cardiopatía.
Es fundamental alertar y dar a conocer este nuevo trastorno, por su poco conocimiento y su padecimiento, al igual que la anorexia, bulimia o vigorexia, se padecen en silencio y es difícil su identificación por el entorno. Tienen un gran peligro a nivel nutricional, funcional y cognitivo, pueden llegar a provocar desnutrición severa y un incremento del daño hepático.

 

Para evitar la caída en este tipo de trastorno alimenticio son los padres de los jóvenes los que juegan un papel importante, deben alertar y hablar sobre los efectos y el peligro del consumo del alcohol. Los signos de alamar que pueden dar a entender que una persona está cayendo en la drunkorexia son:



1. Muestra de un carácter agresivo y poco afable con la familia y el entorno cercano.

2. No realiza las comidas en familia.
3. Se observa una bajada de peso importante en poco tiempo y muestra signos de obsesión con el peso.
4. Presenta deterioro físico, tiene la cara hinchada o piel alterada.
5. Necesita el consumo de alcohol para divertirse.


Para poder remediar esta enfermedad es necesaria la ayuda de un psicólogo, para tratar la adicción, los problemas asociados y la pauta errónea adquirida. Un nutricionista para restaurar el equilibrio nutricional perdido y un médico de cabecera.

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